En un escenario de levantones, balaceras, extorsiones, amenazas y redes sociales, la apuesta del terrorismo electoral es que los ciudadanos no salgan a votar, o en su caso, lo hagan de manera errática.

 

Lo acontecido en los últimos días ha enturbiado unos de los procesos electorales más competidos de Sonora, y quienes ejercen el poder y la estrategia política, saben que el miedo es uno de los sentimientos más frágiles de una sociedad.

 

Ya no sólo hablamos de ataques a casas de campaña, el secuestro de operadores, ataques con bombas molotov, amenazan con reventar casillas o incluso, cierres de campaña. 

 

Hoy, al terrorismo electoral se le ha sumado el crimen organizado, que articulado o no con grupos políticos, viene a multiplicar el miedo y vulnerar la elección de este 6 de junio.

 

Sin duda alguna estamos ante algo sin precedentes, nunca antes visto. Estamos ante un crimen organizado que en la puerta de la elección ha recrudecido la violencia, casi de manera sincronizada con las votaciones.

 

El terrorismo electoral ha demostrado ser efectivo, tanto que en localidades donde la violencia arrecia, la participación ciudadana no ha llegado ni al 40 por ciento.